martes, 10 de abril de 2012

“Lo que para Dios tiene importancia” Por: Jhordany Rodriguez

“Lo que para Dios tiene importancia”

Por: Jhordany Rodriguez

(Inspirado del mensaje: “Lo que el señor nunca tomará a menos” del P. J. Mendoza)

Introducción

Hoy la vida cristiana está muy diversificada, lo podemos ver en la manera de actuar, de pensar, de sentir y hasta de soñar de cientos de miles de hombres y mujeres que han decidido entregar su voluntad y corazón al Rey de reyes, Jesús. Todos, con la meta única, de llegar a conocer a Dios.

¿Qué hay diferentes vías para llegar a Dios? Todos estamos de acuerdo, de que solo es por una sola vía, y es Jesús. No existe tal discusión, dentro del cristianismo, fuera de este, si las hay. Pero, dentro del cristianismo, nos encontramos con un sin número de cuestionamientos sobre cómo debería de ser la manera, la forma, de tomar esa vía que nos dirigirá hacia Dios y es, a nuestro entender, sino la razón principal, una de las más importantes, para que exista hoy en día un cristianismo tan diversificado.

"No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos,

para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno:

Yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí.” Juan 17:20-23 NIV

Ver a Jesús expresando, rogándole a Dios por sus discípulos en ese momento y por los que mañana creerían en él, para que “sean uno”, “para que estén unidos”, podemos entender que tan monumental es la importancia de esto. Hoy en día este deseo de Jesús sigue y seguirá vivo.

"La sal es buena, pero si deja de ser salada, ¿cómo le pueden volver a dar sabor? Que no falte la sal entre ustedes, para que puedan vivir en paz unos con otros.” Marcos 9:50 NIV

“Que no falte la sal entre ustedes…” Jesús, el gran maestro, que también es hermano y Señor, nos hace mención, de lo que no debe faltar en nosotros y qué no puede ser tomado como “menos importante”, y es esa sal, que es y debe de ser la esencia de todo cristiano, el Amor. Es imperativo este verso. Es Jesús mismo haciéndonos el llamado a mantener una actitud de amor en nuestras vidas. Que se pueda ver, que sea lo que nos haga ser diferentes de los demás, "Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros”. Juan 13:34, de manera que otros puedan ver y decir: “De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”. Juan 13:35

Ciertamente, la carrera que tenemos por delante es difícil, se requiere de mucho esfuerzo, de mucha valentía, coraje, determinación, constancia, fé, pero sobre todo Amor a quienes van a nuestro lado corriendo, a quienes Dios coloco en nuestras vidas para llegar todos juntos al cielo algún día y poder allí ver y contemplar el rostro más anhelado por toda la humanidad, nuestro padre celestial y amoroso, nuestro poderoso y soberano Dios.

Lo que para Dios tiene importancia.

Para conocer cuáles son las cosas que para Dios son importantes, es necesario que vayamos a la Biblia. Entendiendo que no debemos de añadir nada a su palabra porque ya todo está claro y es perfecto.

Pero, no todo es tan perfecto como se escucha en palabras. Cuando vamos a la práctica y vemos el recorrido del hombre a través de los siglos, es difícil entender cómo es que el hombre se ha desviado tanto del verdadero propósito al cual fuimos llamados.

La humanidad ha ido perdiendo en gran proporción, la verdadera esencia, lo que verdaderamente debe de diferenciarnos del resto del mundo y fue el llamado de Jesús a nosotros los cristianos o a quienes quieren serlo, el Amor,”En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros”. 1Jn 3:16. Entonces, tenemos el vivo ejemplo de lo que un hombre, movido por Amor, nos ha dado a ti y a mí, la posibilidad de poder llegar a ver algún día a nuestro padre celestial, poderoso y soberano.

"Al otro discípulo a quien Jesús amaba"… Juan 20:2, Jesús amaba a sus discípulos, amaba a sus hermanos, también podemos ver, "Como el Padre me amó, yo también los he amado. Permanezcan en mi Amor" Juan 15:9, y si queremos conocer la magnitud del amor de Jesús y donde él anhela vernos, el siguiente pasaje nos muestra, "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos" Juan15:13.(NVI)

¿Soy capaz de amar de esta manera? ¿Tengo un amor en estas proporciones para mis hermanos? Son las preguntas que me llegan y me hago autocritica a mí mismo, y me comparo al estándar de Jesús, y la verdad es que quedo muy corto.

Y tú, ¿te encuentras a la par con Jesús? ¿Cómo están mis acciones de amor hacia los demás? ¿Hay alguien que pueda decir hoy, que pueda señalarme y afirmar que yo no he sido amoroso con esa persona? ¿Qué yo no me he comportado según el estándar de Dios para con esa persona? ¿Puedo afirmar hoy día, que hasta ahora he amado a todos por igual y que no hay nadie que no le este brindando aunque sea una pizca de amor?

Creo que sería muy interesante poder leer las diferentes respuestas que cada persona pueda darle a estas preguntas, incluso las mías. Pero, más interesante, son las respuestas de Dios y su opinión acerca del tipo de amor que estamos brindando, porque para Dios, esto tiene importancia.

En la Biblia nos podemos encontrar con muchos acontecimientos y situaciones que nos enseñan acerca del amor, y nos pueden mostrar cómo debería de ser un amor genuino, inspirado y creado por Dios. Pero, he decidió profundizar en una historia, bien conocida por todos, y que es muy importante por la gran trascendencia de esta y su determinación para el futuro del pueblo de Israel. Y la encontramos en el libro de Abdías.

Es de suma importancia, poder conocer datos históricos sobre el posible origen de este libro y conocer el contexto real, que llevaron a que el profeta Abdías, fuera usado por Dios, para comunicar su mensaje al pueblo de Edom.

Este libro nos narra una historia donde vemos pecado, justicia y redención. Nos muestra a un Dios sumamente soberano sobre naciones y sobre los hombres. Básicamente encontramos dos pueblos protagonistas, Israel y Edom. ¿Quiénes son estos pueblos? ¿Qué hay de importancia en ellos? Tenemos que hacer un viaje al pasado, y introducirnos en el libro del Génesis, en su capítulo 27, aquí nos encontraremos con la historia conocida, cuando Jacob se hizo pasar por su hermano Esaú para recibir la bendición que por derecho le correspondía al hijo primogénito, que en este caso era Esaú y no Jacob. Desde ese momento se formó una enemistad entre estos dos hermanos.

Jacob tuvo que huir a las tierras de Jarán, donde su tío Labán (Génesis 27:43), hasta que a su hermano Esaú se le fuera el enojo. Este desarrolló un rencor tan grande que no olvidó lo que le habían robado.

Es bueno recordar, que desde el vientre de su madre, estos dos hermanos ya peleaban, según Génesis 25:22. Otro dato a tener en consideración, era la importancia que representaba ser el primogénito, ya que este recibiría una doble porción de la herencia, más esa peleada y codiciada bendición, dada por su padre Isaac.

Jacob fue muy bendecido por Dios, al igual que Esaú. Estuvieron separados por muchos años. Llega el tiempo en que Jacob decide apartarse de las tierras de su suegro Labán, para hacerse cargo de su familia, de manera independiente, decide irse a otro lugar, donde sus propiedades y riqueza se incrementan. Luego decide regresar a las tierras donde su hermano Esaú se encuentra, enviándole a éste mensajero para avisarle. Jacob tuvo miedo al recibir la respuesta de Esaú, y era que saldría a recibirlo con unos cuatrocientos hombres. Jacob pensó que su hermano no había olvidado el mal que le había causado robándole la bendición de su padre Isaac. Jacob oró a Dios para que lo protegiera de su hermano Esaú, Génesis 32:3-21.

1 Cuando Jacob vio a lo lejos que Esaú se acercaba con cuatrocientos hombres, repartió a los niños entre Lía, Raquel y las dos esclavas. 2 Al frente de todos puso a las esclavas y a sus hijos; detrás de ellos puso a Lía y a sus hijos, y hasta atrás puso a Raquel y a José; 3 luego se adelantó y, mientras iba acercándose a su hermano, se inclinó hasta el suelo siete veces en señal de respeto. 4 Esaú, por su parte, corrió al encuentro de Jacob y, abrazándolo, lo besó. Y los dos se echaron a llorar”. Génesis 33.

Llega el gran momento del encuentro entre estos dos hermanos, que han sido marcados y separados por el egoísmo, la ambición, el orgullo, la mentira y el rencor. A pesar de lo acontecido en el pasado, Dios había trabajado en el corazón de Esaú, y este al saber noticias de su hermano, decidió salir a su encuentro, con ganas de verlo y abrazarlo, eso hizo inmediatamente lo tubo de frente a él. Para Jacob y su familia, fue una bendición poder tener este recibimiento, pero, más que eso, era el amor, que Esaú les estaba mostrando y dando. Génesis 33:1-20.

Estos dos hermanos y líderes de sus familias, se perdonaron. Decidieron dejar todo lo ocurrido en el pasado. Esaú estaba muy feliz por las bendiciones que había recibido de Dios y pudo sacar toda esa amargura que una vez carcomía su corazón y su alma y decidió amar. Y dejo atrás esa promesa que había hecho que desde que su padre muriese, él se vengaría quitándole la vida a su hermano Jacob. Génesis 33:10.

Esaú y Jacob decidieron vivir separados pero muy cerca. Vivian en paz y armonía, y seguían siendo bendecidos por Dios. A través de Jacob nacería la nación de Israel y a través de Esaú la nación de Edom.

Sabemos que Israel partió luego hacia Egipto, donde permaneció unos 430 años. Al mismo tiempo Esaú y los Edomitas se convirtieron en un reino muy poderoso, mientras que los israelitas se convirtieron en esclavos. Luego llega Moisés y logra sacar al pueblo de Israel de Egipto.

En el libro de Números, en su capítulo 20, nos encontramos con una situación en particular, entre estas dos naciones, “14 Desde Cades, Moisés envío emisarios al rey de Edom, con este mensaje: «Así dice tu hermano Israel: "Tú conoces bien todos los sufrimientos que hemos padecido.15 Sabes que nuestros antepasados fueron a Egipto, donde durante muchos años vivimos, y que los egipcios nos maltrataron a nosotros y a nuestros padres.16 También sabes que clamamos al Señor, y que él escuchó nuestra súplica y nos envió a un ángel que nos sacó de Egipto. » “Ya estamos en Cades, población que está en las inmediaciones de tu territorio.17 Sólo te pedimos que nos dejes cruzar por tus dominios. Te prometo que no entraremos en ningún campo ni viña, ni beberemos agua de ningún pozo. Nos limitaremos a pasar por el camino real, sin apartarnos de él para nada, hasta que salgamos de tu territorio." »

18 Pero el rey de Edom le mandó a decir: «Ni siquiera intenten cruzar por mis dominios; de lo contrario, saldré con mi ejército y los atacaré.»

19 Los israelitas insistieron: «Sólo pasaremos por el camino principal, y si nosotros o nuestro ganado llegamos a beber agua de tus pozos, te lo pagaremos. Lo único que pedimos es que nos permitas pasar por él.»

20 El rey fue tajante en su respuesta: « ¡Por aquí no pasarán!» Y salió contra ellos con un poderoso ejército, 21 resuelto a no dejarlos cruzar por su territorio. Así que los israelitas se vieron obligados a ir por otro camino.

Con este encuentro, estas dos naciones se convirtieron en enemigas. Y Edom aprovechaba cada oportunidad, donde Israel estaba débil, para unirse a quienes les hacían daño a Israel, pero, también en varias oportunidades Israel trato mal a Edom. Es muy interesante poder conocer los aspectos históricos de estas dos naciones y ver como la enemistad de estas dos naciones iba en aumento. Los Edomitas tuvieron muchos acontecimientos, que los llevaron a apartarse de Dios, a perder sus raíces y costumbres. Crecieron como nación, pero fueron expulsados de sus tierras por los Nabateos, una tribu de origen árabe. Luego pasaron al Judaísmo y se convirtieron en judíos, que luego se llamaron los Idumeos.

Entonces, las profecías del profeta Abdías, se dirige a los Edomitas. Y se dirige a ellos, por su falta de hermandad, cuando Israel estaba caído en desgracia. Dios le está llamando la atención a un pueblo pagano por su falta de hermandad hacia los Israelitas, que es su hermana. Y para Dios la falta de hermandad y lealtad es algo serio e importante, y ya que Dios no hace acepción de personas, y nos califica de la misma manera ya que todos los seres humanos somos hijos de un mismo padre. La hermandad entre los hombres para Dios, es algo mucho más grande que lo religioso o religión. Aquí Dios los está condenando por su falta de hermandad y lealtad.

Israel estaba sufriendo producto de su propio pecado. No estaba en desgracia por causa de otro pueblo, en este caso, los Edomitas, sino, producto, del juicio de Dios. Pero, eso no significaba, que Edom debía aprovecharse de esa situación para atacar o faltarle el respeto a su hermano Israel. Dios no tomo en poco, lo que Edom hizo con Israel. Y es por esto, que Abdías llevo este mensaje a ellos.

Abdías 1-21

1 Visión de Abdías.

Hemos oído una noticia de parte del Señor y un mensajero ha sido enviado a las naciones, diciendo: « ¡Vamos, marchemos a la guerra contra ella!»

Así dice el Señor omnipotente acerca de Edom:

2 « ¡Te haré insignificante entre las naciones,
serás tremendamente despreciado!
3 Tu carácter soberbio te ha engañado.
Como habitas en las hendiduras de los desfiladeros,
en la altura de tu morada,
te dices a ti mismo:
¿Quién podrá arrojarme a tierra?
4 Pero aunque vueles a lo alto como águila,
y tu nido esté puesto en las estrellas,
de allí te arrojaré —afirma el Señor—.
5 Si vinieran a ti ladrones
o saqueadores nocturnos,
¿no robarían sólo lo que les bastara?
¡Pero tú, cómo serás destruido!
Si vinieran a ti vendimiadores,
¿no dejarían algunos racimos?
6 ¡Pero cómo registrarán a Esaú!
¡Cómo rebuscarán sus escondrijos!
7 Hasta la frontera te expulsarán
tus propios aliados,
te engañarán y dominarán
tus propios amigos.
Los que se sientan a tu mesa
te pondrán una trampa.
¡Es que Edom ya no tiene inteligencia!
8 ¿Acaso no destruiré yo en aquel día
a los sabios de Edom,
a la inteligencia del monte de Esaú? —Afirma el Señor—.
9 Ciudad de Temán, tus guerreros se caerán de miedo,
a fin de que todo hombre sea exterminado
del monte de Esaú por la masacre.

10 »Por la violencia hecha contra tu hermano Jacob,
te cubrirá la vergüenza
y serás exterminado para siempre.
11 En el día que te mantuviste aparte,
en el día que extranjeros llevaron su ejército cautivo,
cuando extraños entraron por su puerta
y sobre Jerusalén echaron suerte,
tú eras como uno de ellos.
12 No debiste reírte de tu hermano en su mal día,
en el día de su desgracia.
No debiste alegrarte a costa del pueblo de Judá
en el día de su ruina.
No debiste proferir arrogancia
en el día de su angustia.
13 No debiste entrar por la *puerta de mi pueblo
en el día de su calamidad.
No debiste recrear la vista con su desgracia
en el día de su calamidad.
No debiste echar mano a sus riquezas
en el día de su calamidad.
14 No debiste aguardar en los angostos caminos
para matar a los que huían.
No debiste entregar a los sobrevivientes
en el día de su angustia.

15 »Porque cercano está el día del Señor
contra todas las naciones.
¡Edom, como hiciste, se te hará!
¡Sobre tu cabeza recaerá tu merecido!
16 Pues sin duda que así como ustedes, israelitas,
bebieron de mi copa en mi santo monte,
así también la beberán sin cesar todas las naciones;
beberán y engullirán,
y entonces serán como si nunca hubieran existido.
17 Pero en el monte *Sión habrá liberación, y será sagrado.
El pueblo de Jacob recuperará sus posesiones.
18 Los descendientes de Jacob serán fuego,
y los de José, llama;
pero la casa real de Esaú será estopa:
le pondrán fuego y la consumirán,
de tal forma que no quedará sobreviviente
entre los descendientes de Esaú.» El Señor lo ha dicho.

19 Los del Néguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefelá poseerán Filistea. Los israelitas poseerán los campos de Efraín y de Samaria, y los de Benjamín poseerán Galaad.
20 Los exiliados, este ejército de israelitas que viven entre los cananeos, poseerán la tierra hasta Sarepta. Los desterrados de Jerusalén, que viven en Sefarad, poseerán las ciudades del Néguev, 21 y los libertadores subirán al monte Sión para gobernar la región montañosa de Esaú. Y el reino será del Señor.

“Tenemos que aprender que Dios no toma como menos el menosprecio que nos hacemos entre los hermanos. Nunca aceptará entre los seres humanos que expongamos un falso sentido de superioridad”. P. Mendoza.

Algo que nos lleva a ser desleales los unos a los otros, es cuando tenemos ese sentimiento y sentido de superioridad ante otros. Los Edomitas, sentían esto hacia Israel, el verso 3 dice: “3 Tu carácter soberbio te ha engañado…” (NIV), otra versión traduce, “Tu corazón soberbio te ha engañado”. (RV), otra dice: “Tu orgullo te ha engañado” (DHH).

¿Qué es la soberbia? “Es el apetito desmedido o desordenado, que busca la preferencia por sobre los demás, menospreciando al que está a su lado”.

El verso 2 de Abdías, dice que Dios hará pequeño al pueblo de Edom como causa de su soberbia. Nuestra naturaleza humana, nos ínsita a que no nos dejemos tratar como que somos pequeños. Queremos lucir que somos grandes, porque tenemos un sentido de superioridad y de grandeza. Nuestra soberbia nos engaña y verdaderamente nos hace lucir muy pequeños ante los ojos de Dios. Y es que somos engañados, cuando empezamos a compararnos con hombres, que también son débiles y vemos la pequeñez de los demás para así sentirnos grandes. Es igual cuando vemos el pecado de nuestros hermanos y hermanas, y es más fácil, decir como ese fariseo del cual Jesús mencionaba, que decía: “gracias padre porque no soy como ellos”. A veces, somos así. Y de esta manera actuó el pueblo de Edom, en contra de su hermano Israel. Esto fue visto por Dios de una manera muy desagradable, por eso es que Abdías les llama la atención y los condena. Entonces, para Dios, es de mucha importancia la lealtad y la hermandad, así debe de ser para nosotros también. Como cristianos, debemos tener el mismo sentir de Jesús, se “hizo poco” (Filipenses 2).

Crees al igual que los Edomitas, que nada te puede hacer caer? Este sentimiento de superioridad de ellos, llego porque se sentían muy seguros de su poder. Su soberbia los tenía engañados. No les dejaba ver lo tan alejados de Dios que estaban.

El verso 4, dice: Pero, aunque te eleves como el águila y pongas tu nido en las estrellas, de allí te haré caer”. La soberbia nunca será premiada por Dios, nunca premiara la falta de lealtad, nunca premiara la falta de hermandad. Jesús les dice a los discípulos: 25 Pero Jesús los llamó, y les dijo:

—Como ustedes saben, entre los paganos los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. 26 Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que entre ustedes quiera ser grande, deberá servir a los demás; 27 y el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser su esclavo. 28 Porque, del mismo modo, el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por una multitud.” Mateo 20:25-28. Este es el llamado de Jesús a nosotros, y fue el gran error de los Edomitas, por eso no tenemos que tener un sentimiento de superioridad alguna.

Vemos a Pablo decir: Esto es muy cierto, y todos deben creerlo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”. 1 Timoteo 1:15. Pablo entendía cual era su situación ante Dios y los demás, y entendía que debía de ser como Jesús, manso y humilde, pero por tener esa convicción nunca fue desleal y no fue indiferente a sus hermanos.

Entonces, debemos entender y recordar que Dios no toma en poco el menosprecio que nos damos unos a otros. No toma a menos, que tengamos un sentido de superioridad ante los demás. No toma en menos que seamos desleal con el hermano cuando este necesita la ayuda.

La indiferencia.

El Señor no tomará a menos la indiferencia del dolor y quebranto de nuestros hermanos.

10 “Por la violencia hecha contra tu hermano Jacob,
te cubrirá la vergüenza
y serás exterminado para siempre.
11 En el día que te mantuviste aparte,
en el día que extranjeros llevaron su ejército cautivo,
cuando extraños entraron por su puerta
y sobre Jerusalén echaron suerte,
tú eras como uno de ellos.
12 No debiste reírte de tu hermano en su mal día,
en el día de su desgracia.
No debiste alegrarte a costa del pueblo de Judá
en el día de su ruina.
No debiste proferir arrogancia
en el día de su angustia”. Abdías 10-12

¿Qué tipo de violencia está ejecutando Edom contra su hermano para que reciba tal castigo o condena? “El día que se mantuvo aparte”. “La indiferencia que le mostro a su hermano Israel, mientras este pasaba por dolor y sufrimientos”. El día que se mantuvo a un lado, sin hacer nada, mientras veía a su hermano caer y ser atacado. Su indiferencia contra su hermano hizo que Dios los considere como a uno de ellos.

Dios rechaza y considera como violencia la indiferencia que mostramos ante nuestros hermanos que caen o están sufriendo. La indiferencia muchas veces, no se manifiesta de una forma visible. Podemos decir: Yo supe lo que estaba pasando, pero, yo me puse a un lado, yo me oculte, nadie se va a dar cuenta que yo no participe. Pero no solamente Edom actuó con indiferencia, vemos el verso 12, “No debiste reírte de tu hermano en su mal día, en el día de su desgracia. No debiste alegrarte a costa del pueblo de Judá en el día de su ruina”.

¿Cuántas veces hemos sido como Edom? “Es más fácil muchas veces no involucrarse en situaciones ajenas, aunque ese hermano este sufriendo”, pensamos.

“Somos así, nos alegramos de las desgracias ajenas”. Dios estaba disciplinando a Israel, pero Edom no debía alegrarse de su angustia ni hacerse indiferente. Dios no toma en menos, la indiferencia que se convierte en morbo que se alegra por lo que está pasando un hermano.

Alegría es igual a satisfacción, felicidad. En el caso de Edom, satisfacción por la caída de Israel. En nosotros puede haber ese sentimiento de cierta satisfacción, algunos no por ver literalmente al hermano caer o sufrir, pero, si sentir una satisfacción porque se le haya hecho cierta justicia por un pecado que este haya cometido en un pasado, en contra de él o de otros. Israel, aunque estaba siendo disciplinada por Dios y castigada, esto no quiere decir que Edom debió ponerse a un lado y no apoyar a su hermano.

“Dios nunca tomara en menos el morbo y la jactancia de la caída de nuestros hermanos” P. Mendoza

Dios no toma a menos, cuando nos aprovechamos de la debilidad de nuestros hermanos.

En los versos 13-14, los Edomitas aprovecharon las calamidades de su hermano para atacarlos. Se robaron sus riquezas, prácticamente se comportaron como los buitres cuando se alegran de ver que algún animal ha caído en la planicie, y así poder alimentarse de los restos. Es muy triste para Dios ver esto que está pasando. Es su creación, son sus hijos. Pero, tiene que ser un padre, y debe de disciplinar. Dios no se mostró indiferente ante la necesidad de Israel, actuó.

Dios nunca tomara en menos nuestra falta de hermandad, porque recaerá sobre nuestras cabezas, el verso 15 se refiere a esto.

Otra escritura importante y nos muestra con más detalle el estado emocional y los sentimientos de Edom en contra de su hermano Israel, lo podemos ver en el libro de Amos 1:11, dice: “11Así dice el SEÑOR: Por tres transgresiones de Edom, y por cuatro, no revocaré su castigo, porque con espada persiguió a su hermano, y suprimió su compasión; su ira continuó despedazando y mantuvo su furor para siempre.” (LBLA)

Al leer esto, puedo visualizar la tristeza que Dios siente cuando ve a sus hijos enfrentándose y maltratándose. Me lleva a tener una idea, como mi madre podía sentirse cuando veía que yo golpeaba a mi hermano o éste a mí. Me imagino que es una tristeza enorme la que puede sentir un padre al ver a sus propios hijos, pelearse. Aquí vemos que Edom persiguió con espadas a su hermano, pero, algo importante es que “suprimió su compasión” hacia su hermano. Apartó toda compasión a su hermano. Y esto no lo ayudaba a perdonarlo. ¿Cuántas veces hemos suprimido ese sentido de ser compasivo con quien lo necesita?

Ahora, qué es lo que Dios quiere de nosotros, qué es lo que Jesús nos enseña?

Si leemos Lucas 6:27-36, tendremos respuestas. Dice:

27 “»Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, 28 bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan.29 Si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra. Si alguien te quita la *camisa, no le impidas que se lleve también la capa.30 Dale a todo el que te pida, y si alguien se lleva lo que es tuyo, no se lo reclames.31 Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes.
32 » ¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aun los *pecadores lo hacen así.33 ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así.34 ¿Y qué mérito tienen ustedes al dar prestado a quienes pueden corresponderles? Aun los pecadores se prestan entre sí, esperando recibir el mismo trato.35 Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados.36 Sean compasivos, así como su Padre es compasivo.”

Hago énfasis en el verso 31, ya que es prácticamente lo mismo que Abdías les decía a los Edomitas, 31 “Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes”. ¿Qué Dios espera? Que reaccionemos como Cristo lo hizo. Seremos hijos de Dios, si respondemos como Cristo lo hizo.

A pesar de nuestras diferencias en criterios, en argumentos, en ideas, hasta en convicciones, debe de existir ese espíritu de hermandad, de lealtad, de Amor. Debemos de ayudarnos, de apreciarnos y de solidaridad. Tenemos que buscar ser de la manera de Jesús siempre, no de un hombre, no de un líder de un grupo religioso, no de un idealista, a veces, hasta ir en contra de lo que una mayoría piensa, si no es lo correcto.

“La indiferencia para Dios, es lo mismo que violencia. Cuando muestro indiferencia ante la desgracia, abuso, atropello, maltrato, desdicha, juicio, condenación, dolor, toda clase de sufrimientos de mi hermano, para Dios soy igual a quien se lo está causando”. J.R.

7No aborrecerás al edomita, porque es tu hermano; no aborrecerás al egipcio, porque fuiste extranjero en su tierra”. Deuteronomio 23:7 (LBLA).

Prediquemos con el ejemplo. Predicando el amor que Jesús nos enseñó. Tu eres mi hermano, y debo de amarte no importa por lo que hayas o estés pasando, debo mostrarte compasión siempre.


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